La semana pasada nos referimos a la violencia y el avance del crimen organizado en la región. Sostuvimos que Panamá se encuentra en el mismo camino, ya trazado por los países vecinos, debido a las políticas desastrosas que ejecutan los gobiernos de turno, muy especialmente el actual presidido por Ricardo Martinelli. Tanto las políticas sociales (flexibilización del trabajo) como la política exterior (someterse a la militarización impuesta por EEUU) son señales de futuros problemas que los panameños tendremos que pagar a precios muy elevados.
El diario O Globo de la ciudad de Sao Paulo, metrópoli de Brasil con 20 millones de habitantes, entrevistó a un capo pandillero encerrado por varios delitos y quien desde la cárcel revela las operaciones que realiza en combinación con el crimen organizado y la clase política de su país. El entrevistado se llama Marcos Camacho, mejor conocido como Marcola. Dirige detrás de las barras una pandilla ligada al crimen organizado conocida con el nombre de “Primer Comando de la Capital” (PCC).
Marcola refleja la crisis del sistema político y su relación con el crimen organizado y el tráfico de drogas. Según Marcola, “yo era pobre e invisible. Sólo éramos noticia cuando una favela desaparecía debajo de un derrumbe en los cerros o en la música romántica sobre "la belleza de esas montañas al amanecer". ¿Qué hicieron los políticos? Nada. El gobierno federal nunca aprobó presupuesto para nosotros”.
Marcola dice que “ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social. No hay solución. La propia idea de "solución" ya es un error”.
O Globo pregunta: ¿Usted no tiene miedo de morir? Marcola contesta: “Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. En la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo ordenar que los maten allá afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las favelas hay cien mil hombres-bombas. La muerte para ustedes es un drama. La muerte para nosotros es algo cotidiano, tirados en una fosa común”.
“No hay más proletarios o infelices o explotados”, señala Marcola. “Hay una tercera cosa creciendo, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió una especie de post miseria que genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, internet y armas modernas”.
O Globo pregunta: ¿Qué cambió en las favelas? Marcola contesta: Mangos (dólares). ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar (empresario brasileño) no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un despacho… ¿Qué policía va a quemar esa mina de oro? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y "colocado en el micro-ondas".
Desde su silla tras las barras, Marcola le dice al periodista: “Ustedes son el Estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes se mueren de miedo. Ustedes nos transformaron en super stars del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las favelas, por miedo o por amor. Ustedes son odiados.
O Globo pregunta: ¿Pero, qué debemos hacer? Marcola contesta: “Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mis intereses. ¡Agarren a "los barones, narcotraficantes del polvo" (cocaína)! Hay diputados, senadores, empresarios y ex presidentes metidos en el tráfico de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién puede meterles mano? ¿El Ejército? Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Para acabar con nosotros necesitan estallar una bomba atómica en las favelas. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radio-activa?
O Globo pregunta: ¿No habrá una solución? Marcola contesta: “Ustedes deben hacerse una autocrítica de su propia incompetencia. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Entiéndame, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".
Si México y Centroamérica se enfrentan a serios problemas, Brasil no se queda atrás. Para qué decir EEUU con una población marginada a punto de estallar. Panamá todavía tiene una oportunidad de frenar el avance del crimen organizado si hacemos un alto y modificamos radicalmente las políticas públicas equivocadas que sirven de caldo de cultivo de la violencia y empujan a la adolescencia hacia las pandillas.
Panamá, 23 de septiembre de 2010.
jueves, 23 de septiembre de 2010
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