jueves, 28 de enero de 2010

El viaje de Martinelli a Davos

En medio de los escándalos de corrupción y de la creciente ola de crímenes, que marcaron el inicio de 2010, se anunció el viaje del presidente Ricardo Martinelli – en su flamante avión donado por China-Taiwán – a la reunión anual de magnates capitalistas en Davos, Suiza.
El presidente Martinelli se escapó sin mayores explicaciones y sin informar cuales eran sus objetivos. Si alcanzó a anunciar que antes de cruzar el Atlántico, haría una escala en Tegucigalpa. En esta capital centroamericana pasó a darle un espaldarazo a Porfirio Lobo, quien se apropió de la presidencia de ese país de manera fraudulenta.
Martinelli se sintió solitario en la patria de Morazán ya que los gobiernos latinoamericanos no asistieron a la ceremonia. EEUU quedó aislado ya que nadie reconoció los resultados electorales.
La pregunta que tendría que hacerse Martinelli es ¿qué va a hacer en Davos, en los Alpes suizos? Todos los panameños creíamos que ese famoso “resort” invernal era el coto reservado del ex presidente Pérez Balladares, actualmente bajo órdenes cautelares de la justicia.
Martinelli no ha informado pero se pueden sacar algunas conclusiones si utilizamos el método de la deducción. Para ello hay que averiguar quiénes y para qué se reúnen en Davos. En segundo lugar, hay que averiguar que puede buscar un presidente de la República en esa compañía.
Davos se puso de moda entre los grandes magnates del mundo a partir de la década de 1980 cuando los gobiernos de las grandes potencias comenzaron a ejecutar sus políticas neoliberales. En ese medio de negocios intercambian información sobre transacciones en las bolsas de valores en todo el mundo.
La información que pasaba de mano en mano le permitía a los magnates conocer mejor las consecuencias que tenían las medidas de las instituciones financieras internacionales para arrebatarle los tesoros a los países vulnerables. Las economías de los países caían uno tras otro. En América latina se produjo el “caracazo” en 1989, el corralito en Argentina y la crisis del “tequila” en México. Como resultado de estos movimientos financieros, países enteros quebraban y sus ahorros eran transferidos a la banca internacional o a “magos financieros” como Slim (México), Cisneros (Venezuela) y Piñeiro (Chile), entre otros.
El premio más grande de Davos se lo llevaban los banqueros norteamericanos que acumulaban millones de millones de dólares engañando a sus clientes (entre ellos muchos países) hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria en septiembre de 2008.
A pesar de la quiebra financiera global en septiembre de 2008, se reunieron los magnates – con la cola entre las piernas – en enero de 2009. Todavía quedaban algunos negocios bursátiles apetitosos. En 2010 todavía no hay signos de recuperación pero siguen viajando a Davos. Incluso, Martinelli con su banda presidencial y nuevo juguete (avión) se hace presente.
Los grandes capitalistas del mundo tienen sus miras puestas sobre las nuevas economías “emergentes”: Brasil, India y, sobre todo, China. Son los únicos países donde se pueden hacer inversiones con probabilidad de generar ganancias. El resto del mundo está en quiebra, sus riquezas ya fueron saqueadas o sólo sirven para extraer materias primas.
Martinelli es optimista en materia de negocios. Cree que los especuladores pueden interesarse por Panamá. En la ONU, en septiembre de 2009, invitó al mundo a hacer negocios en Panamá. Ahora viaja a Davos con la misma misión.
Si en la ONU no le prestaron atención, en Davos será menos atractivo. Panamá tiene, es cierto, un canal interoceánico estratégico, puertos y una zona franca. Cuenta con una franja de población educada y formada. Sin embargo, Panamá no tiene un plan de desarrollo a corto, mediano y largo plazos. Los especuladores en tiempos de crisis tienen que apostar minimizando el riesgo. Se acabaron las apuestas tipo “casino” o de “ruleta”.
El gobierno de Martinelli tiene que cambiar de rumbo. La tarea más importante es preparar un plan de desarrollo nacional con objetivos claros y metas realistas. El primer objetivo es aumentar la producción en las ciudades y en el campo a una tasa anual promedio de 6 por ciento. La primera meta es reducir la informalidad en el empleo del 40 por ciento actual a la mitad en cinco años.
Con este portafolio, todos lo escucharían en Davos y en la ONU. Más importante, Panamá comenzaría a avanzar en la dirección correcta, acabando con la criminalidad y eliminado la corrupción.
Panamá, 28 de enero de 2010.

jueves, 21 de enero de 2010

El terremoto en Haití y el imperialismo

El terremoto que sacudió a Haití y, en particular, su ciudad capital, Puerto Príncipe, causó decenas de miles de muertes y muchas interrogantes. Después de una semana de los trágicos movimientos sísmicos, aún no se conoce la cifra exacta de los damnificados y tampoco se ha podido establecer un mecanismo para darle sepultura decente a los muertos o iniciar la reconstrucción.
Hay varios elementos que deben ser tomados en cuenta para entender lo que pasa en Haití. En primer lugar, el país isleño fue ocupado militarmente por EEUU hace diez años. El presidente Bush decidió poner fin a la democracia en ese país exiliando a su presidente, Jean Bertrand Aristide, a Africa del Sur. EEUU le pasó el mandato de la ocupación militar a Brasil y contingentes armados de otros países de América latina. En este período de ocupación militar, Haití ha sido sometido al saqueo de sus riquezas y a la represión de su población.
La primera vez que EEUU ocupó a Haití fue en 1915. La presencia norteamericana duró 19 años, período en el cual subordinó las finanzas del país a la banca de Nueva York, la convirtió en una fábrica de azúcar y se aseguró que su población siguiera en la pobreza extrema. Décadas después, en el marco de la histeria del “anticomunismo”, EEUU instauró la dictadura de François Duvalier, “Papa Doc” que se extendió por más de treinta años (incluyendo el período de Jean-Claude Duvalier, “Baby Doc”).
Las relaciones comerciales entre EEUU y Haití se remontan a fines del siglo XVIII cuando Haití todavía era una colonia de Francia. Después de su independencia, producto de una insurrección de los esclavos en 1804, el presidente de EEUU, Tomás Jefferson “advirtió que (la libertad de los esclavos en) Haití era un mal ejemplo”. Diría que había que “confinar la peste en esa isla”. Sólo después que EEUU aboliera la esclavitud en su propio país el gobierno reconoció a Haití.
Un vocero evangélico, precandidato a la Presidencia de EEUU del Partido Republicano, Pat Robertson, culpó a los haitianos de la tragedia alegando que ese pueblo tenía un pacto con el diablo desde su independencia de Francia. En la línea racista que caracteriza a sectores muy importantes de ese país, agregó que los haitianos le dijeron al diablo que “te serviremos si nos liberas de los franceses”, Según Robertson, “el demonio les dijo OK, trato hecho”.
El presidente de EEUU, Barack Obama, por su lado, anunció “una partida inmediata de cien millones de dólares para respaldar nuestros esfuerzos de ayuda en los primeros días de esta crisis”. Pero antes del envío, ordenó el desplazamiento de 8 mil infantes de marina – con un portaviones, helicópteros y armas - para apoyar a las fuerzas armadas de Brasil diseminadas por el terremoto.
Obama también anunció que solicitó a los ex presidentes Bush y Clinton que coordinaran la iniciativa de Washington de ayuda a Haití. Durante su primer mandato, Bush recortó la ayuda que se necesitaba con urgencia en Haití y respaldó el derrocamiento del presidente Aristide. El presidente Bush (padre), apoyó el primer golpe de Estado contra Aristide en 1991. Mientras tanto, Clinton respaldó la restitución de Aristide, pero a condición de que éste aceptara duras medidas neoliberales.
La interpretación del fundamentalista de la Iglesia evangélica, Pat Robertson, no se aleja mucho de la realidad. Sin embargo, hay que aclarar el significado de los supuestos y de las metáforas del líder republicano norteamericano. Si se entiende el “diablo” como las fuerzas sociales y económicas que se formaban de manera embrionaria a principios del siglo XIX, el exabrupto de Robertson tiene algo de sentido. La industrialización capitalista de Europa occidental estaba cambiando la faz del “Viejo mundo” y recreando una “nueva periferia” en América y posteriormente en Africa y Asia.
Haití se independizó de Francia, con apoyo táctico de Londres, Madrid, y Washington, que se perfilaban como competidores del colonialismo francés. En el transcurso del siglo XIX estos países – mas Alemania y Japón, posteriormente - se convirtieron en potencias imperialistas que se disputaban mercados y territorios desde un extremo del planeta al otro. A principios del siglo XIX, la gesta separatista de Haití quedó subordinada a los diseños de quienes se presentaban como aliados de los haitianos en contra del colonialismo francés (en esos momentos encabezado por Napoleón Bonaparte). Cuando Robertson dice que los revolucionarios haitianos cometieron el error de pedirle ayuda al “diablo”, no sabe o ignora que el diablo es un eufemismo para referirse a esas futuras potencias imperialistas.
Los separatistas de la América hispana tuvieron una experiencia similar. Poco después de independencia, los países de la región quedaron endeudados con la banca inglesa. A fines del siglo XIX intervino EEUU que desplazó a la banca de Londres convirtiendo a la región en lo que sus mandatarios suelen llamar el “patio trasero”.
En Haití hay fuerzas políticas capaces de dirigir un proceso de reconstrucción. Hay que darles toda nuestra solidaridad, un esfuerzo continental. A su vez, EEUU tiene que retirar las fuerzas militares de ocupación (de nacionalidad brasileña y otras) y poner fin a su política de discriminación inaugurada por Jefferson a principios del siglo XIX. Desde Buenos Aires, CLACSO anunció que estaba creando un Fondo Gerard Pierre-Charles para apoyar la reconstrucción. Hay que seguir este ejemplo y dejar a un lado las políticas militaristas.
Panamá, 21 de enero de 2010.

jueves, 14 de enero de 2010

Violencia y corrupción inauguran 2010

El año se inició en Panamá con inusitada violencia provocada por la creciente ola de tráfico de ilícitos y lavado de dinero. En los primeros días de 2010 se reportaron cerca de 25 homicidios, en su gran mayoría obra de sicarios. Este escenario es acompañado por un incremento de los casos reportados de corrupción en todos los sectores y niveles, tanto del sector público como del privado.
Los medios de comunicación destacaron 14 casos de corrupción en las dos primeras semanas del año. A nivel municipal, se destacaron los casos de los Municipios de Santiago, Colón y la ciudad capital. Además, el antiguo tesorero de la Alcaldía de Panamá salió de la cárcel con una fianza de medio millón de dólares. Igualmente, en tres ministerios - Educación, Vivienda y Gobierno y Justicia - se presentaron casos de mal uso de fondos. La nueva encargada de la Contraloría General de la República, a su vez, nombró a un director de Finanzas con prontuario penal.
En el Departamento de Migración el tráfico de indocumentados sigue aumentado. La ilegalidad de los casinos fue destapada nuevamente con el caso del expresidente Pérez Balladares. La Lotería Nacional de Beneficencia busca el paradero de varios centenares de miles de dólares. La ANAM y la Autoridad Marítima no se quedan atrás con casos denunciados.
En la Asamblea de Diputados el caso CEMIS, donde fueron acusados la mayoría de los legisladores por tráfico de favores, fue reabierto por la Corte Suprema de Justicia. A la cabeza del desfile de casos de corrupción se encuentra el presidente de la República, Ricardo Martinelli, quien aceptó un avión de lujo del gobierno chino (Taiwán) para asegurar el reconocimiento diplomático de Panamá. Este caso es más que vergonzoso ya que perjudica abiertamente el desarrollo del país y su imagen en el exterior.
Todos estos casos están – de una u otra manera – relacionados con la denuncia del fiscal Ayú Prado quien asegura que Panamá se convirtió en el eslabón clave en el tráfico de drogas que controlan los carteles de México y Colombia. Estos carteles, a su vez, están íntimamente vinculados a la mafia norteamericana que controla la distribución de drogas en EEUU. Este país representa más del 80 por ciento del mercado para las drogas que se producen en América latina y Asia (especialmente Afganistán). Una fuente gubernamental aseguró que las distintas instancias públicas están infiltradas por los traficantes de drogas y lavadores de dinero.
Sobre la falsa premisa de que la alta tasa de criminalidad – asociado con el tráfico de droga y lavado de dinero – es un problema de seguridad, EEUU impuso la creación de una nueva instancia gubernamental: el futuro Ministerio de Seguridad. En esta instancia- protegida por el secretismo y las operaciones por encima de la ley – EEUU pretende nuevamente convertir las fuerzas del orden panameñas en herramientas de su política exterior.
En 1943 EEUU militarizó la Policía Nacional por razones de seguridad durante la segunda guerra mundial. En 1953 convirtió la Policía en una Guardia Nacional para enfrentar el peligro “comunista”. En 1983 creó las Fuerzas de Defensa (FDP) para servir de brazo represivo en la región centroamericana. Ahora EEUU pretende crear el Ministerio de Seguridad de Panamá para combatir el tráfico de drogas y el “terrorismo”. En el pasado, como en el presente, EEUU sólo defiende sus intereses y sacrifica a los países “aliados” cuando lo considere conveniente.
El gobierno de EEUU anunció que aumentaría el monto correspondiente a préstamos para armas e infraestructura militar destinadas a Panamá en el marco del Plan Mérida. Según el embajador panameño en Washington, el Pentágono se involucraría más en los asuntos internos de Panamá. De esta partida podrían salir fondos para las bases “aeronavales” que se construyen sobre las costas panameñas. Una delegación de congresistas norteamericanos visitó a principios de año al presidente Martinelli para sondear la disposición panameña frente a la ofensiva militar de EEUU en el Istmo.
El incremento de la criminalidad y de la corrupción creó una crisis en el Ministerio Público donde la procuradora general, Ana Matilde Gómez, se encuentra sometida a varios juicios por supuesto abuso de autoridad. El caso se complicó con la intervención del actual presidente Martinelli, el expresidente Pérez Balladares y el nuevo magistrado de la Corte Suprema, José Almengor. Este último fue separado de su cargo, hace apenas un año, como fiscal por la misma procuradora que ahora le toca juzgar. El tráfico de favores no se detiene ante autoridad alguna y, prueba de ello, las concesiones de explotación mineral y plantas hidráulicas continúan sin plan ni control ambiental.
En política exterior, el presidente Martinelli se ha convertido en el padrino de los golpistas hondureños prometiendo su apoyo a una campaña internacional para lavarle la cara a los militares y oligarcas de ese país centroamericano. A fin de mes viajará a Tegucigalpa para participar en la toma de posesión de un nuevo presidente que no ha sido reconocido por país alguno de la región y menos de afuera.
Seis meses después de asumir la presidencia, a principios de enero, Martinelli anunció un plan de inversiones de 15 mil millones de dólares para el período 2010-2014. Se destacan en estas iniciativas la explotación minera, las plantas hidráulicas y un sistema de transporte metropolitano (ferroviario) para la ciudad de Panamá. El Metro contemplado tendría una extensión de 14 kilómetros a un costo de 1200 millones de dólares y se completaría en 2013. El proyecto se está realizando sin un plan maestro de desarrollo urbano y sin los controles financieros adecuados.
A pesar de estos problemas, Martinelli espera tener a su favor una Asamblea de Diputados, la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Público y la Contraloría General de la República. Igualmente, un aliado militar que desde Washington permitiría los abusos del Ejecutivo siempre y cuando no estorbe su política hegemónica para la región. Al mismo tiempo, una oposición política tradicional preocupada de sus conflictos internos y una sociedad civil pensando en el pasado. Sólo quedarían los sectores populares organizados para hacerle frente a un gobierno fuertemente centralizado en la persona del presidente de la República.
La violencia y el asalto al erario público sólo se detendrán si se crean las condiciones para cambiar radicalmente las políticas públicas del gobierno y sus aliados. Los sectores populares tendrán que buscar aliados entre las capas medias, los sectores productivos – del campo y de la ciudad – así como entre los panameños que ven con preocupación el deterioro del tejido social de la sociedad.
Panamá, 14 de enero de 2010.

jueves, 7 de enero de 2010

Ser panameño se está poniendo peligroso

A fines de 2009 una voz de protesta se levantó para denunciar la represión de los pueblos indígenas. Según el pronunciamiento, “pertenecer a un pueblo indígena se está poniendo peligroso en Panamá. Por un lado, de un plumazo se borra el Programa de Educación Intercultural Bilingüe. Por el otro, como en tiempos de la colonia española se quemaban códices mayas, los grabados indígenas, la historia, la lengua. Lucy Molinar, la actual ministra de Educación, está prohibiendo soñar, hablar, escribir en lengua kuna, ngobe, emberá, buglé, bri bri a las siguientes generaciones”.
Hay otras voces en el país que protestan porque esa realidad que golpea a los pueblos indígenas es la misma que sufre todo el pueblo panameño. Ser panameño se está poniendo peligroso. De un plumazo se cierran escuelas por falta de mantenimiento, se borran los programas de historia que no se ajustan a los nuevos gobernantes, la filosofía es un lujo de tiempos pasados y el español se convirtió en redundante.
Según la voz profunda de los pueblos originarios “ser miembro de una comunidad indígena es imposible. Ni pensar de participar en ceremonias, practicar danzas ancestrales, contar cuentos a orillas de las nubes, beber agua fresca de las cordilleras. En pleno corazón de la Comarca Ngóbe Bugle, el gobierno anunció la apertura de la mina Cerro Colorado, sin importarle los poblados indígenas que se encuentran aledaños. Ser indígena para el Estado significa: invasor, errante, extranjero en sus propias tierras y territorios”.
En el resto de la República se llegan a los mismos extremos. Es imposible tener acceso a un empleo decente. La flexibilización en las empresas privadas está al orden del día y la “terciarización” es la nueva carta de presentación en el sector público. En las áreas más céntricas de las ciudades, la población no cuenta con servicios de agua potable, el alcantarillado ha sido abandonado, el transporte público se deteriora , los servicios de salud se hacen inaccesibles y las escuelas son vandalizadas. Las comunidades del país se han convertido en peligros para sus habitantes. Pareciera que fuera una población sobrante que los gobiernos han entregado al crimen organizado.
La protesta indígena señala que “ser del pueblo naso implica peligro para la empresa Ganadera Bocas S. A., porque violenta el derecho a la propiedad privada que está por encima de la propiedad colectiva... Nada vale que la nación naso estuviera antes de la creación del Estado panameño, mucho antes de la invasión y colonización española, mucho antes que esta empresa comprara esas tierras. Ser del pueblo naso significa para el gobierno: Pueblo en vía de extinción”.
En el resto del país el acaparamiento, pillaje y el asalto está al orden del día. En sesiones extraordinarias, celebradas durante la última semana de 2009, la Asamblea de Diputados aprobó el proyecto de ley que convierte – inconstitucionalmente – todas las costas, islas y riberas en coto para el enriquecimiento de unos pocos especuladores. El presidente Martinelli sancionó la ley y la mandó a publicar en la Gaceta Oficial. Los piratas ahora tienen patente de corso.
Las protestas de los pueblos indígenas sirven de lección para los panameños que todavía no despiertan ante el despojo violento, el crimen organizado y los ajusticiamientos cotidianos de los cuales son víctimas. El costo de la vida aumenta, el precio de la canasta básica sube constantemente y el empelo escasea. La inseguridad que se vive en el país – al igual que en las comarcas indígenas – es el resultado de las políticas públicas que hay que cambiar en 2010. Si el actual gobierno no asume su responsabilidad, entonces el pueblo tiene que organizarse para iniciar la marcha hacia 2014 y elegir nuevos mandatarios con visión de país.
Ser ngobe, emberá, naso, kuna – panameño - es ver, oler, oír, sentir la tierra como un ser viviente, Nuestra Madre Tierra.
Panamá 7 de enero de 2010.