jueves, 25 de febrero de 2010

El neoliberalismo ha muerto I

La caída libre del capitalismo
Primero de una serie de tres artículos sobre el neoliberalismo
El neoliberalismo fue la respuesta a la caída de la tasa de crecimiento del capital cuya tendencia apareció claramente en la década de 1970. Su diseño fue, en mayor parte, creación de los especialistas concentrados en las oficinas ejecutivas de EEUU y en las IFI. Su núcleo académico trabajaba en la Universidad de Chicago. Según los observadores más avispados de aquel entonces, el sistema capitalista mostraba una tendencia hacia la sobreproducción (subconsumo) de mercancías. Es decir, el mercado no podía absorber la producción y, como consecuencia, alejaba a los inversionistas.
Con el fin de contra-atacar la tendencia declinante de las ganancias de los capitalistas, EEUU se retiró, a principios de la década de 1970 (durante la presidencia de Richard Nixon), del acuerdo monetario de Bretton Woods liberando al dólar de su vínculo con el oro. Los dólares acumulados en los bancos centrales del mundo se volvieron papel devaluado. Junto con los "petrodólares", los "eurodólares" inundaron los mercados del mundo creando nuevas deudas (especialmente en América latina). Los países latinoamericanos se convirtieron en presas fáciles para asumir las deudas y comenzaron a invertir. La política de endeudamiento internacional, sin embargo, no fue suficiente para rescatar al capitalismo de su caída libre.
Durante la "década perdida" de 1980 las inversiones de la década anterior no dieron los resultados esperados y todos los países latinoamericanos quedaron endeudados. Ante el fracaso de la política de endeudamiento de la década de 1970, apareció una nueva modalidad para intentar frenar la crisis estructural del capitalismo.En su desesperación, a fines de la década de 1970 y a principios de la década de 1980, la elite en el poder comenzó a escuchar los ideólogos quienes planteaban que el problema de la caída de la tasa de ganancia era culpa de los niveles salariales de los trabajadores, de gobiernos inoperantes, agobiados con servicios sociales (entitlement), y demasiados controles y regulaciones aplicados a los inversionistas.
Para contrarrestar estas políticas, establecidas durante los 25 años anteriores (1945-1970), se diseñaron un conjunto de políticas de ajuste económico concebidas para frenar la caída y reiniciar un proceso de recuperación económica del capitalismo. Estas medidas (enmarcadas en ideologías que se llamaron teorías) fueron consolidándose, primero en EEUU, después en otros países (especialmente América latina) y el resto del mundo, con excepciones como China.
A principios de 1990, el gobierno de EEUU y las IFI (controlados por el primero) llegaron a un acuerdo que denominaron el "consenso de Washington”. En EEUU y en algunos otros países se le llamaron políticas económicas "neo-clásicas". En América latina fueron bautizadas con el nombre de políticas económicas "neoliberales". Las nuevas políticas de ajuste no constituyen una nueva teoría o escuela de pensamiento económico, político o social.
La nueva política tenía (y podría seguir teniendo) el propósito de rescatar a los inversionistas capitalistas (garantizar un nivel adecuado de ganancias) mediante la transferencia a sus cuentas de parte de la masa salarial de los trabajadores, parte de los servicios sociales que prestaban los gobiernos y, además, facilitando sus operaciones eliminando todo tipo de regulaciones que pretenden proteger el ambiente, el trabajo femenino, la calidad de vida comunitaria y otras.
(La próxima semana se entrega la segunda de tres partes de este artículo).
Panamá, 25 de febrero de 2010.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Los Carnavales que pasaron

En Panamá los Carnavales que culminaron recién se celebraron durante más de 100 horas seguidas. Desde el viernes en la noche hasta el miércoles de ceniza en la madrugada. Los carnavales nacen como una fiesta de las comunidades católicas en preparación de la cuaresma convocada por la Iglesia. Hay registros históricos de estas fiestas que se remontan al Medioevo europeo. Es una tradición que fue trasladada a América por inmigrantes de la península ibérica y otros países del viejo mundo.
En el caso de la ciudad de Panamá, lo que conocemos hoy como Carnavales es el producto de la iniciativa de algunas familias que adoptaron la costumbre a principios del siglo XX. La convirtieron en una fiesta popular con el apoyo de algunas empresas interesadas (por ejemplo, las cervecerías y las licoreras locales). Todas las familias y barrios participaban de la fiesta hasta mediados del siglo pasado. A partir de la década de 1960, los Carnavales perdieron su ímpetu original y, desde entonces, son sostenidas económicamente por los gobiernos de turno para beneficio de algunas empresas. En el interior, sobre todo en Azuero, es otra historia.
Los carnavales se han convertido en una fiesta “nacional”que involucra a todos los sectores sociales del país. La religiosidad prácticamente ha sido extraído de la costumbre. Los distintos grupos sociales celebran de manera distinta los carnavales. Unos pocos con recursos aprovechan para salir del país, otros se recluyen en sus club privados, mucha gente de la capital con medios se trasladan a las alegres fiestas del interior. La gran mayoría – sin muchos recursos – se quedan en la capital y asisten como espectadores a las “rumbas” que montan empresarios financiados por el gobierno.
¿Qué mantiene viva la tradición? Hay tres razones. Por un lado, la mayoría de los panameños vemos los Carnavales como una pausa para descargar tensiones acumuladas a lo largo del año. Segundo, los empresarios ven los Carnavales como una forma rápida de hacer dinero fácil. (Por ejemplo, las cervecerías facturan parte significativa de sus ventas anuales en esta fiesta). Por último, los gobiernos de turno manipulan los carnavales con fines políticos.
En la ciudad de Panamá los Carnavales ya no son una fiesta de familias y barrios organizados. En el pasado, los grupos organizados se presentaban en la avenida Central con sus carrozas y murgas. En la actualidad, es un espectáculo montado por empresarios para las multitudes consumidoras que se concentran frente a una tarima.
En el interior, especialmente Azuero, las comunidades todavía tienen un control relativo de sus Carnavales. Las juntas de Carnaval y las autoridades municipales coordinan esfuerzos para garantizar el éxito de las fiestas.
La lección que se puede sacar de los Carnavales recientes es que deben regresar a sus comunidades. En el área metropolitana de Panamá, deberían haber seis Carnavales organizados y coordinados por las comunidades locales: Casco viejo y Calidonia, San Miguelito, Juan Diáz, Tocumen-24 de Diciembre y Chilibre. Los turistas pueden ir a esos Carnavales comunitarios o asistir a las fiestas organizadas en los club, hoteles o jardines (que sería la sexta variante).
Las fiestas comunitarias tendrían que ser promovidas desde la base, al igual que en Chepo y Chilibre (por ejemplo). Habría que regular la intervención de los empresarios para evitar que se infiltren elementos sospechosos (lavados, traficantes, etc.)
Panamá, 18 de febrero de 2010.

jueves, 11 de febrero de 2010

El ataque a la institucionalidad es un signo de debilidad

El presidente Ricardo Martinelli no tiene un plan de desarrollo nacional, tampoco cuenta con un equipo que le pueda orientar en materia geopolítica. A pesar de estas limitaciones importantes, el actual mandatario panameño tiene una agenda muy clara en cuanto a las tareas que debe cumplir en los cinco años de su período presidencial.
La primera tarea, como diría el general Omar Torrijos, es no caerse del poder. Para lograr ese objetivo tiene que definir quienes son sus amigos y quienes son sus enemigos. En este juego político, también tiene que desarrollar una táctica que le permita neutralizar a los indecisos.
No hay que olvidarse que Martinelli no gobierna a nombre de su persona. Aunque quisiera hacerlo, responde a un conjunto de intereses de una facción de la clase que domina el país económica y políticamente. De hecho, su partido está formado por un núcleo de intereses comerciales, asociados a otros sectores económicos mediante una compleja red de relaciones. En este sentido, Martinelli es un próspero comerciante, con intereses agropecuarios y agroindustriales y vinculado al sector bancario.
Políticamente, su popularidad electoral (triunfó con el 60 por ciento de los votos en mayo de 2009) no se traslada al mundo de los partidos políticos. Su Partido Cambio Democrático (CD) no tiene mucho arrastre, no cuenta con el 20 por ciento de los diputados en la Asamblea y en el Consejo de Gabinete está en minoría frente al Partido Panameñista y a los empleados de las empresas de Martinelli.
En estas circunstancias, Martinelli se subordina a la guía de EEUU. Fue la embajada norteamericana que le sirvió de trampolín para llegar a la Presidencia y Washington sigue siendo su carta principal para sobrevivir. Este tema merece más atención para entender la política exterior de EEUU y los triunfos recientes de la derecha en la región.
El Partido Panameñista, su aliado más importante, no consolida la candidatura del actual vicepresidente de la República, Juan C. Varela, para las elecciones de 2014. A pesar del triunfo electoral de la Alianza para el Cambio, con la excepción de CD, los demás partidos están sumidos en una crisis de credibilidad. En la oposición, el Partido Revolucionario Democrático (PRD) está en una profunda crisis de liderazgo.
El lema de la campaña electoral de Martinelli fue simple: cambio. La táctica, condimentada con la alianza con los panameñistas, una campaña audaz y gastos millonarios, le permitió triunfar. A pesar de sus logros, Martinelli siente la necesidad de asegurar su control sobre el aparato del Estado debilitando su propia institucionalidad. A falta de recursos políticos, se ve obligado a buscar en el aparato administrativo del Estado los resortes que le permitan actuar. Esta táctica, empero, está socavando su legitimidad y popularidad entre sus aliados y puede debilitarlo en los próximos meses.
En el enfrentamiento se producirá un cambio en la correlación de fuerzas. En este caso, EEUU puede verse obligado a intervenir directamente para resguardar sus intereses (a favor o en contra de Martinelli). Las fuerzas populares, a través de sus organizaciones, pueden jugar un papel importante en esta coyuntura que se desarrolla con rapidez en Panamá.
Panamá, 11 de febrero de 2010.

jueves, 4 de febrero de 2010

DEBATE SOBRE TORTURA Y TERRORISMO

En política exterior el gobierno del presidente Ricardo Martinelli se ha alineado con los socios más conspicuos de EEUU. Por un lado, con el presidente Uribe de Colombia y ahora con Porfirio Lobo en Honduras. Como complemento al giro ideológico, Martinelli interrumpió el Programa Operación Milagro que ofrecía servicios de salud a miles de panameños por parte de médicos cubanos. La salida de los médicos cubanos de Panamá es el resultado de las presiones del gobierno norteamericano que insiste en su política de aislamiento contra la isla revolucionaria.
La Embajada de EEUU con interés en promover su causa ha organizado en Panamá una mesa redonda con personajes relacionados con la contrarrevolución cubana. Entre los promotores hay quienes están asociados con las agencias de inteligencia de EEUU que tienen vinculos con el terrorismo y la tortura. Incluso, aparecerán en una programación matutina de la televisión con el objetivo de explicar sus razones para desestabilizar gobiernos latinoamericanos y cualquier otro no alineado con Washington.
Al mismo tiempo que se produce esta ofensiva norteamericana en nuestra capital, en EEUU se presentó la semana pasada ante un tribunal federal de El Paso (Texas), el auto-confesado terrorista cubano, Luis Posada Carriles. Este agente de la CIA ha confesado su participación en varios atentados terroristas. El más recordado en Panamá fue su plan de volar con explosivos el Paraninfo de la Universidad de Panamá en noviembre de 2000 durante una visita del presidente Fidel Castro. El plan fue frustrado a tiempo, salvando la vida del dirigente cubano y varios miles de estudiantes y docentes panameños.
Posada Carriles, sin embargo, no está siendo enjuiciado por terrorista, asesino o conspiración. La justicia norteamericana encontró la manera de poner de cabeza el caso del terrorista y lo acusa de mentir ante autoridades de migración cuando regresó a ese país en marzo de 2005. Posada Carriles ofrece la curiosa defensa de que debido a sus largos años de trabajo con la CIA estaba "confundido, equivocado y sufría de falta de memoria", cuando fue interrogado por los oficiales de migración.
Posada alega que al servicio de la CIA, usó varias falsas identidades y pasaportes para facilitar su trabajo clandestino. Tantas mentiras lo confunden ahora, argumenta su equipo legal. La fiscalía quiere excluir del juicio toda la evidencia de la relación de Posada Carriles con la CIA, argumentando que no es relevante y que es confidencial. Washington quiere limitar el testimonio para que no salgan a relucir los crímenes cometidos por Posada Carriles cuando trabajaba para la CIA.
Según información desclasificada, Posada es el autor intelectual de la voladura de un avión en octubre de 1976, donde murieron 73 personas. Posada también le confesó a The New York Times en 1998, haber orquestado una campaña terrorista contra los hoteles y restaurantes en La Habana que causó la muerte del turista italiano Fabio Di Celmo.
Posada alega que todo lo que hizo en América Latina lo hizo "a nombre de Washington". Quiere que el jurado conozca su estrecha relación con la agencia de inteligencia de EEUU. Supone que mientras más amenaza con divulgar su relación con la CIA, más tiemblan sus jefes en Washington.
La defensa de Posada Carriles quiere demostrar que la CIA lo enseñó a mentir y, en ultima instancia, es responsable de sus actos.
Panamá, 4 de febrero de 2010.