A diferencia de gobiernos anteriores, el equipo que asesora al presidente Ricardo Martinelli, respondiendo quizás al caprichoso lema del “cambio”, insiste en que los educadores panameños son incapaces de planificar o de presentar propuestas que apunten en la dirección que exige la educación en el siglo XXI. La Asociación de Educadores de Veraguas (AEVE) presentó hace algunos meses un documento al despacho superior del Ministerio de Educación haciendo algunos planteamientos que merecen la atención de todos los panameños, no sólo las autoridades.
Todas las partes involucradas en la educación están de acuerdo en un punto: la educación está en crisis. Esta aseveración no sólo es válida en Panamá. Es una realidad que afecta la región latinoamericana y, en mayor medida, países como EEUU y gran parte de Europa.
Según AEVE, “se dice que la educación está en crisis”: crisis de los contenidos de la educación, crisis de la metodología y, sobre todo, crisis de una visión general que supere el terreno meramente educativo. Acierto relevante de los gremialistas.
En el documento de AEVE se agrega que “la crisis de nuestro sistema educativo responde a los profundos cambios provocados por la revolución científica- tecnológica y la consecuente transformación de las formas productivas y de la comunicación que inciden en la organización de las relaciones laborales. Pero, junto a ello, a la imposición de un modelo neoliberal que afecta tanto a nuestra sociedad como a nuestro sistema educativo”. Doble acierto analítico de los educadores
Señala lo que el gobierno quiere negar: En respuesta a las demandas neoliberales, se transformaron los objetivos de la educación y ahora responden a las necesidades de formación de recursos humanos para un mercado improductivo. “De allí, por ejemplo, en el caso de Panamá, la proliferación de bachilleratos mercantilizados. Las autoridades se olvidan que esta fragmentación es producto de las políticas neoliberales en la educación y que probaron ser un fracaso.
El gremio AEVE sostiene “que hoy la educación tiene una función meramente utilitarista”. Se ha instalando un nuevo concepto de calidad de la educación, restringido a la capacitación de diversos tipos de capital humano especializados en el consumismo y para competir en la actual sociedad de mercado.
En este sentido “las reformas curriculares y los programas especiales, desarrollados por los ejecutores del neoliberalismo para generar una educación de calidad, no han tenido éxito. Hoy no existe una educación integral. La supuesta calidad de la educación se establece sólo a partir de los peores o mejores resultados de “pruebas estandarizadas”, que sólo dan cuenta de los rendimientos en determinados contenidos y competencias de algunas áreas del currículo”.
En forma correcta, la AEVE señala que “subyace a la crisis educativa la ausencia de un Plan Nacional de Desarrollo. Como consecuencia, el Estado-Nación panameño carece de políticas educativas que trasciendan a las diferentes administraciones de gobierno. Esto ya lo reconoció Jeptha Duncan en su informe de gestión en… 1921.
Los educadores se preguntan si la educación es un derecho humano o simplemente otra mercancía. “En este mismo contexto, cabe destacar que el tema educativo debe ser atendido como una prioridad nacional, lo cual demanda de una visión de Estado, que se corresponda con los objetivos y lineamientos estratégicos del desarrollo nacional. Si bien, podemos coincidir en la idea de que se requieren transformaciones profundas en los procesos educativos, el dilema está en resolver hacia dónde deben apuntar esos cambios: o gestionar la educación como un derecho humano fundamental o como una mercancía más”.
Los gremialistas no se quedan a nivel del enunciado. Plantean por lo menos dos soluciones que deben ser ejecutados lo antes posible.
En primer lugar, hay que llegar a las causas de la crisis y no sólo a los síntomas. “Para el movimiento docente la línea base se aborda mediante un diagnostico multidimensional e integral de la educación panameña” No se justifican cambios en el sistema educativo, basados únicamente en aspectos de evaluación de los aprendizaje y otros elementos sociométricos que son los síntomas y no las causas del problema.
En segundo lugar, “para el movimiento docente gremialista, el sistema educativo panameño, aún no ha sido científicamente diagnosticado integralmente, de manera tal que una línea base de datos sobre las dimensiones que intervienen en la gestión de la educación pública, es una condición “sine qua non”, para entonces, planificar, diseñar y gestionar cambios que verdaderamente respondan a las necesidades, demandas y expectativas de la sociedad panameña”.
Todo indica que los educadores gremialistas deberían ser llevados a los despachos del Ministerio de Educación para que comiencen a diseñar los programas de trabajo que necesita urgentemente el país en esta materia.
Panamá, 9 de septiembre de 2010.
viernes, 10 de septiembre de 2010
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