La crisis económica de EEUU y los países más industrializados del mundo parece consolidarse. La tasa de ganancia de las inversiones – y como consecuencia – el crecimiento económico se encuentra en su punto más bajo desde la gran crisis. La economía mundial sigue marchando – aunque cojeando – en gran parte debido a la expansión de la producción china. Entre los países llamados “subdesarrollados” la situación es ambivalente. En los países de la gran cuenca del Caribe las tasas de crecimiento han perdido su ímpetu. La disminución de las importaciones de EEUU – entre otras razones – han resentido las economías de la región.
En el caso de Panamá, la tasa de crecimiento ha disminuido en forma significativa en los últimos dos años. Sin embargo, Panamá logra mantener una tasa aceptable para los inversionistas en gran medida gracias a las expectativas creadas por la ampliación del Canal, las actividades portuarias y la confianza que le proporciona un gobierno amigo del capitalismo depredador.
En 14 meses en el poder, el gobierno del presidente Ricardo Martinelli ha creado condiciones favorables para que los inversionistas extranjeros lleguen al país recibiendo todas las garantías para que puedan explotar sin control a la fuerza de trabajo y acabar con la naturaleza del país. Precisamente, las dos fuentes de riqueza de todo país. El presidente Martinelli – quizás ignorando el significado de sus propias acciones – está destruyendo la relación productiva que debe existir entre la población (trabajadores educados y productivos) y la naturaleza que sirve de base para el desarrollo económico. La gota que rebasó el contenedor fue la aprobación, a tambor batiente, de la Ley 30 que de un solo plumazo reformó 3 códigos y seis leyes. Esas piezas legislativas existían para proteger a la población y a la naturaleza de los inversionistas depredadores.
Los depredadores son inversionistas piratas quienes para extraer riquezas destruyen todo lo que encuentran en su camino. En el caso de Panamá, la Ley 30 les permite a los inversionistas destruir las comunidades formadas por trabajadores quienes se quedarán sin el empleo asalariado que les permitía llevar el sustento familiar a sus hogares. Al mismo tiempo, les dará luz verde a los inversionistas que están destruyendo bosques, ríos, playas y otros recursos naturales.
Los obreros de las bananeras de Changuinola se levantaron contra la Ley 30 y pagaron su atrevimiento con vidas humanas, centenares de heridos y muchas viviendas destruidas. La represión de la Policía Nacional de Martinelli fue implacable. Ante la ola de rechazo a la barbarie desatada por el presidente, éste decidió llamar a una mesa de diálogo entre las partes: gobierno, empresarios y obreros. Han pasado tres semanas de no-diálogo de los convocados y el gobierno todavía no ha dado el primer paso para encontrar un terreno común sobre el cual entablar un intercambio que tenga sentido.
Por el contrario, en la mesa de diálogo se dan cita los representantes más sectarios del gobierno que les cuesta sólo pensar que se sentarán a conversar con obreros. Por su lado, los empresarios escogidos a dedo por el gobierno consideran que es una pérdida de tiempo hablar sobre Bocas del Toro. Curiosamente, mientras que en el pasado los presidentes Pérez Balladares, Moscoso y Martín Torrijos dividían a los trabajadores para después aliarse con el sector que los favorecía, en el caso de Martinelli éste ha logado unir a los trabajadores por primera vez en más de cuarenta años. La unión, sin embargo, no ha sido puesta a prueba debido a la inoperancia total de la mesa del diálogo.
Según la Unidad de Lucha Integral del Pueblo (ULIP), ninguna de las demandas de los trabajadoras ha sido objeto de consideración por el gobierno. Estos son “la derogatoria de la Ley 30”, la ampliación de la mesa para incluir indígenas, ambientalistas y otros. Atender a los heridos de la represión en Changuinola y eliminar los expedientes levantados por las fiscalías en contra de los miembros de las agrupaciones populares sentados en la mesa.
El gobierno pretende que está dialogando mientras satura los medios de comunicación con propaganda a favor de la ley 30 y persigue a los defensores de los derechos humanos. Al mismo tiempo, la empresa minera Petaquilla admitió que los embalses de contención del cianuro están a punto de desbordarse. Según otra versión, de SERPAJ-Panamá, “la tina de Molejones en el Campamento 5, se rajó y toda el agua y lodo con cianuro fueron a dar derechito al río del mismo nombre, tributario del río San Juan” que llega al Caribe.
Panamá, 26 de agosto de 2010.
jueves, 26 de agosto de 2010
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Fernando Manfredo, Jr.:
ResponderEliminarEl Canal de Panamá no tiene valor militar alguno para Estados Unidos. Por otro lado, el Canal es importante desde el punto vista comercial. para una gran cantidad de países en el mundo. Sin embargo, si el Canal fuese destruido en poco tiempo estos países harían los ajustes para utilizar otras rutas u otros medios de transporte. Desde 1914 a la fecha el mundo del comercio y del transporte ha variado dramáticamente. Quizá lo más importante es que el porcentaje del costo del transporte en las mercancías que se importan y se exportan se ha reducido con el uso de barcos más grandes, modernos, de menor consumo de combustible por milla acuática navegada , el movimiento de la carga en contenedores, los equipos especiales para movilizar la carga en los puertos, etc.
A pesar del crecimiento en el uso del Canal, su participación en el comercio internacional ha venido decreciendo. No conozco cual es el porcentaje ahora, pero estoy seguro de que es del 4% o menos, cuando en mis tiempos estaba en el 7%.
Por eso Estados Unidos aceptó retirar sus bases militares. Por otro lado, la defensa militar del Canal nunca estuvo en Panamá sino en un triángulo formado por Guantánamo, Puerto Rico y Florida. La tecnología de guerra en 1914 estaba por mar; ahora es por aire, incluyendo misiles. De manera que un ataque al Canal debe ser interceptado antes que se llegue a las proximidades del objetivo.
También es un mito el cuento del "hombre con la granada que destruiría el Canal. No digo que no haría daños pero los mismos podrían ser reparados en pocos días. La famosa "operación potable" que hubiese rotos los diques del lago Gatún es también un mito. Las represas son de tierra y tienen una milla de largo en su base. Por ser de tierra cada vez se compacta más. Se necesitaría una gran cantidad de explosivos para destruirlas y dejar el Canal sin agua para los esclusajes.
Por eso los llamados ejercicios militares "Panamax" que lleva a cabo Estados Unidos sirve otros propósitos distintos a la protección del Canal. Lo que he afirmado anteriormente lo he escuchado en reuniones en el Pentágono, en la Cámara de Representantes y el Senado, en foros organizados por el Departamento de Defensa y las opiniones calificadas del General McAuliffe quien sirvió varios años como jefe del Comando Sur.